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Linkoteca. 15M


Francisco Jurado: «El 15M tenía tres patas: las asambleas, la parte más física; las manifestaciones, momentos puntuales catárquicos; y grupos temáticos cibernéticos, minoritarios (15M pa Rato, PAH, auditoría ciudadana de la deuda…) que fueron los que permitieron resistir el invierno cuando se hacía más duro asistir a las asambleas.»

Con alcaldías como las de Madrid y Barcelona, de la mano de Podemos y sus aliados, el activismo de la generación de la crisis de 2008 tocaba poder, con un PP asfixiado por los casos de corrupción y un PSOE en crisis de relevo generacional. En vez de celebrar la capacidad de integración del sistema, los sectores conservadores pusieron a Podemos en el punto de mira. Predomina, no solo en el PP, sino también en el espacio socialista una concepción muy estrecha de la democracia, como un sistema corporativo en el que dos partidos tendrían el monopolio del poder y a los demás les correspondería un papel estrictamente decorativo o subalterno.

De modo que la democracia no se valora por su capacidad inclusiva, sino todo lo contrario: por mantener a distancia a todo aquel que ose llamar a la puerta del bipolio del poder.

La coincidencia entre el décimo aniversario del 15-M y la salida de Iglesias de la política invita a hablar de final de etapa. El 15-M puso en evidencia el anquilosamiento del régimen del 78, los estragos de la crisis y abrió una agenda de renovación, pero la dificultad (agravada por la pandemia) de afrontar los retos que ellos mismos se habían marcado fue degradando su imagen.

Si la izquierda quiere sobrevivir al fin del ciclo abierto el 15-M ha de ser desde una cultura del cuidado y la atención, es decir, del trato a los ciudadanos como sujetos y no como súbditos, que es lo que distingue a la democracia del autoritarismo. Saber escuchar y pasar del adoctrinamiento al reconocimiento. Feminismo y ecologismo saben algo de ello.

En 2015 decenas de plataformas municipalistas se presentaban a las elecciones municipales y obtenían resultados realmente inesperados: ganaban los ayuntamientos las de grandes ciudades como Barcelona, Madrid o Zaragoza y también de muchas otras, además de conseguir concejales en la oposición en otros tantos casos. El municipalismo se situaba así en el centro de la política del Estado español mediante lo que se considera hoy el asalto institucional de las herederas del 15M.

Este libro analiza el ciclo municipalista 2015-2019 y lo hace a través de un horizonte común, la ciudad democrática, hacia el cual camina un proyecto que aprende haciendo. Las autoras sitúan y analizan la irrupción del municipalismo, analizan críticamente diferentes políticas públicas transformadoras e innovadoras implementadas por y en las “ciudades del cambio” en ámbitos como la tecnopolítica o los bienes comunes y también cuentan cómo las nuevas organizaciones y redes municipalistas han intentado, con mayor o menor éxito, cambiar las formas de hacer política para volverlas más feministas, horizontales y democráticas.