Autonomía digital y tecnológica

Código e ideas para una internet distribuida

Linkoteca. cine


Jango Fett en El ataque de los clones

Watch the seeds of Anakin Skywalker’s transformation take root in Star Wars: Episode II – Attack of the Clones. Ten years after the invasion of Naboo, the galaxy is on the brink of civil war. Under the leadership of a renegade Jedi named Count Dooku, thousands of solar systems threaten to break away from the Galactic Republic. When an assassination attempt is made on Senator Padmé Amidala, the former Queen of Naboo, twenty-year-old Jedi apprentice Anakin Skywalker is assigned to protect her. In the course of his mission, Anakin discovers his love for Padmé as well as his own darker side. Soon, Anakin, Padmé, and Obi-Wan Kenobi are drawn into the heart of the Separatist movement and the beginning of the Clone Wars.

Cartel Star Wars 2, Attack of the Clones

«Anatomie d’une chute» revisite le film de procès – procès qui va déterminer la vérité, non seulement sur une mort, mais aussi sur un couple.

Lanzada con poco bombo durante los primeros días de la pandemia, la serie de ocho capítulos DEVS es una de las ficciones de los últimos años con más posibilidades de convertirse en un futuro clásico de culto. Ambientada en un Silicon Valley crepuscular profundamente melancólico, esta historia del cineasta británico Alex Garland no trata directamente sobre la inteligencia artificial: su argumento traza una fábula sobre la computación cuántica, el destino frente al libre albedrío, y la posibilidad de reconstruir cada momento único de la experiencia humana. A Jorge Luis Borges probablemente le habría entusiasmado.

La historia se ha contado mil veces. Si tuviésemos que explicar los orígenes del ideario intelectual de la industria tecnológica –de lo que Richard Barbrook y Andy Cameron llamaron “la ideología californiana”– sus componentes fundamentales son el improbable encuentro hace seis décadas al sur de San Francisco entre hippies e ingenieros informáticos; entre una visión tecnocrática heredada del complejo industrial-militar de la guerra fría, y los deseos de emancipación colectiva y liberación de la consciencia de la contracultura. El legendario Whole Earth Catalog de Stewart Brand (la publicación seminal de la cultura digital), las propuestas del visionario arquitecto Buckminster Fuller, los experimentos de convivencia planteados en comunas como Drop City… fueron caldo de cultivo para emprendedores que como Steve Jobs imaginaron un futuro cercano en que el PC era tanto un acelerador de la eficiencia como una herramienta para la realización personal y la autonomía creativa. Una prótesis intelectual, una “bicicleta de la mente” que nos permitiría llegar a donde no seríamos capaces como especie exclusivamente biológica.

La industria tecnológica se sitúa hoy en su momento más existencial desde al menos los años 90, con la emergencia de la Internet comercial. El movimiento pro ética de la IA cree que los posibles riesgos del Deep Learning y las redes neuronales requieren de un desarrollo controlado y cuidadoso que permita su introducción paulatina en todos los aspectos de la vida cotidiana. Los aceleracionistas defienden que estos miedos son conservadores y que el inevitable desarrollo de la IA traerá consigo una nueva era de prosperidad humana y crecimiento, soluciones al cambio climático y a enfermedades incurables.

…antes que una herramienta de trascendencia espiritual la IA será otro sistema de concentración de poder en un mundo en desigualdad creciente, si no cambiamos algunas de sus reglas fundamentales.

Escena de The Guilty

Asger Holm, a Copenhagen police officer awaiting a hearing for shooting and killing a 19-year-old man, is assigned to answer emergency calls at the Emergency East desk. On the evening before the hearing, he receives a call from a woman named Iben Østergård who does not say she has an emergency and acts as if she is talking to a child.

The Most Successful Supermarket in New York City Has Zero Customers and 17,000 Workers.

Every day in Brooklyn, hundreds of busy New Yorkers walk past Whole Foods or dozens of other grocery stores promoting natural and organic foods to work at a small supermarket that does no marketing and never holds sales—and yet makes more money per square foot than any other grocery store in New York City . The secret of the Park Slope Food Coop’s more than 40 years of success is simple: to shop there, all 17,000 members—rich and poor, old and young, from every culture and race in the city—have to put in three hours a month of work.

The Park Slope Food Coop is a member-owned and operated food store—founded in 1973 by a group of committed neighbors looking to make healthy, affordable food available to everyone who wanted it. The Coop provides Brooklyn and beyond with quality food and products while serving as a community center and meeting place for its member-owners. Our member- owners contribute their labor: working together to build trust through cooperation and teamwork and enabling the Coop to keep prices as low as possible within the context of its values and principles. Our member-owners believe in the value, rewards and responsibility of collective labor, action and ownership.

Tabla comparativa entre los episodios VIII y IX de Star Wars

…aca-fans de Star Wars (fans que juegan a ser académicos o académicos que no se avergüenzan de ser fans, como bien ha defendido en numerosas ocasiones Henry Jenkins)

…una parte de los fans provocaron una guerra cultural contra “Los últimos Jedi” y además de defenestrar la película, consiguieron que Kelly Marie Tran (la actriz que interpreta a Rose Tico) abandonara las redes sociales tras recibir miles de insultos por su físico, su raza y por su papel en Star Wars. Resulta complicado no ver el cambio en el rol de su personaje como resultado de este proceso y por tanto como una victoria del ‘lado oscuro de los fans’.

Star Wars nunca ha sido obviamente un simple mito popular: especialmente tras la compra de Disney de los derechos y con la llegada de Internet, no hacer nada que pudiera poner en riesgo la mitología original para así poder preservar el imaginario que es representado en parques temáticos, series u otras películas, videojuegos o cómics y rentabilizar al máximo (económicamente) todo ese universo de ficción parecía algo que Abrams ‘declaraba’ indirectamente con “El despertar de la Fuerza”.

La fuerza no está peligro, el Imperio está en disputa. Disney es la dueña de la inmensa mayoría de la atención audiovisual del planeta, pero no es capaz de disciplinar y dirigir esa atención, necesita las singularidades que existen en la misma para seguir reproduciendo sus beneficiosos mundos de ficción.

Star Wars no ha terminado porque hoy en día y por más que se esfuercen, la industria no es capaz de poseer en su totalidad las historias. Las historias son complejos universos habitados por personas diversas, por variados intereses y disputas culturales. A nosotros, desde nuestro humilde lugar de aca-fans, nos gusta pensar que Star Wars aún puede ser otra cosa. Que puede ser más una república de fans que un imperio.

Unos cuantos meses antes los productores habían salido con la sinopsis del film bajo el brazo en busca de un protagonista entre las grandes estrellas, pero tras proponérselo a Arnold Schwarzenegger, Sylvester Stallone, Harrison Ford, Richard Gere, Clint Eastwood, Burt Reynolds, Robert De Niro o Don Johnson el estudio solo obtuvo negativas y calabazas variadas. Finalmente, el papel acabó en manos de un Bruce Willis famoso por coprotagonizar junto a Cybill Shepherd la exitosa serie Luz de luna. Se trataba de un fichaje inesperado, Willis no tenía tablas como héroe de acción y era conocido en medio mundo por un papel cómico, con un contrato que también resultó inusual por ser extremadamente costoso: el actor se embolsó cinco millones de dólares de golpe.

El protagonista ya no era un tanque con patas que se abalanza sobre ejército enemigo a pecho descubierto, sino la persona que se encontraba en el lugar equivocado durante el momento equivocado. El papel de Willis resulta cercano porque el espectador se identifica con él: McClane nunca ha pedido ser el héroe, recibe hostias continuamente, se arrastra a través de la historia hecho mierda y se pasa la mayor parte del metraje cagándose en todo, desde la música que lleva su chofer hasta la talla de zapato de uno de los sicarios despachados. Era difícil no sentirse reflejado en su figura.