Autonomía digital y tecnológica

Código e ideas para una internet distribuida

Linkoteca. neutralidad en la red


Router Freedom is a net neutrality principle that Internet Access Providers (IAPs) must not the limit the users’ right to choose their own routers and modems to connect to the Internet protected in Europe since 2015. However, new rules on EU has created challenges router freedom, given that IAPs will be able to limit the right based on «objective technological necessity». The talk will go through the historical aspects and future developments in Europe.

Net neutrality is the principle that Internet Access Providers (IAPs) must treat all Internet communications equally, and not discriminate or charge differently based on user, content, website, platform, application and type of access equipment. The FSFE has been involved with net neutrality advocacy in Europe since 2013, achieving positive results in Germany with a law securing end-users the right of free choice of routers and modems.

In the context of the reform of European telecommunications law, EU Member States must implement in their national jurisdiction the European Electronic Communications Code (Directive (EU) 2018/1972), which brings new rules on router freedom, allowing IAPs to limit the rights of users if they can determine an «objective technological necessity» for imposing their routers and modems on consumers.

The talk will go through the historical developments in the last two years in Europe to present an overview on the positions on the debate in regards to router freedom and the consequences for Free Software.

As a take away, the talk will propose the discussion around the main principles of net neutrality and freedom of terminal equipment within the EU legal framework.

Speakers

Lucas Lasota

Un recorrido por la historia de este animal mitológico que llamamos “Internet”. Desde lo distribuido y neutral a lo centralizado y asimétrico, hacia un nuevo escenario de datos, algoritmos e Internet de las Cosas. El paso del esperanzador “Esto es para todo el mundo”, a un mundo de control y atención mercantilizada frente al que debemos forjar nuevas configuraciones técnicas y políticas de la Red.

La Internet-animal mitológico de los 90 es un territorio en el que las identidades personales del “mundo real” no existen, y cada internauta puede presentarse ante los demás con los atributos que desee. En la arquitectura horizontal y no jerárquica de esta Internet, todos somos emisores y receptores y todas las páginas web son iguales las unas a las otras, ya seas de una corporación multinacional o de una asociación de vecinos. La disminución sin precedentes del coste de participación, y la posibilidad de colaborar con otros internautas repartidos por todo el globo en proyectos comunes, promete desencadenar unas transformaciones sociales profundas. La Internet de los 90 promete el reemplazo de las grandes organizaciones tradicionales por mecanismos de cooperación sin incentivos económicos, coordinados de manera ligera y algo difusa. Frente a la verticalidad monolítica de los medios tradicionales, Internet se construye sobre un modelo estructural, que Dave Weinberger definió en su teoría unificada de la Web, como de “pequeñas piezas unidas con poca fuerza”.

En junio de 2017, Facebook contaba con 2.000 millones de usuarios activos; dos de cada tres lo visitan al menos una vez al día. Tanto WhatsApp como Facebook Messenger cuentan con 1.200 millones, e Instagram con 700. Estos cuatro servicios son propiedad de una única compañía, y todos sus datos se almacenan en los data centers de Facebook. Se estima que Google y Facebook tienen una influencia directa sobre más del 70% del tráfico total de Internet, si sumamos el tráfico de sus distintos productos, desde Youtube a Instagram…

¿Cómo será la cuarta era de Internet? Sabemos que si queremos recuperar algunos de sus valores fundacionales, hay algunos puntos de encuentro, consensos desde los que empezar. Necesitamos transparencia y rendición de cuentas de los algoritmos que toman decisiones que nos afectan -lo cual puede requerir de regulación-. Necesitamos un nuevo acuerdo sobre la propiedad y el derecho de uso de los datos que generamos -lo que Sandy Penland llama “un New Deal de los Datos”. Y construir un modelo de “Slow Web”, que prime la calidad de las interacciones sobre su cantidad; que acabe con la tiranía del engagement.

El primer paso para conseguirlo requiere que entendamos que defender “Internet” no es suficiente, porque “Internet” no existe; existen configuraciones técnicas y políticas de la Red, en constante renegociación, y permanentemente amenazadas. Polr eso, forjar un programa para la configuración técnica y política de la Red para la segunda década del siglo XXI es una prioridad que no podemos retrasar.