Autonomía digital y tecnológica

Código e ideas para una internet distribuida

WordPress es software libre, sin embargo ¿es libre el ecosistema de themes y plugins que se ha generado a su alrededor?

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Empecé a usar WordPress entre otras razones porque es software libre. Además está liberado bajo licencia GPL versión 2 o posterior, la misma licencia con la que libero el software que yo mismo programo. La licencia GPL incluye la condición de que cualquier obra derivada debe liberarse a su vez bajo la misma licencia GPL. De esta manera se asegura que el procomún digital que es el software libre siga nutriéndose.

Sin embargo muchos de los themes y plugins de WordPress no son software libre. Si los themes y plugins se consideran obras derivadas de WordPress deberían liberarse bajo la misma licencia GPL que WordPress, y por tanto ser software libre.

En este post explico cómo es esto posible y qué consecuencias tiene para usuarios y desarrolladores.

Por qué Aaron Swartz no fue un criminal, por qué lo que hizo no fue robar

Uno de los abogados de Aaron Swartz cuenta en Boing Boing por qué no se le puede considerar un criminal. Razones que ya se contaban en el documental The Internet’s Owns Boy:

  1. Aaron hizo uso de la red de ordenadores del MIT como cualquiera puede usarla, de hecho como el MIT permite usarla: accedió a ella como invitado, navego a través de su base de datos de material académico JSTOR y descargó artículos. Esto lo puede hacer cualquiera que esté en el campus del MIT. La única diferencia es que no lo hizo manualmente, sino a través de un pequeño script que descargaba masivamente toda la base de datos.
  2. Aaron no robó ya que no quitó nada a nadie. Cada uno de los artículos que descargó de la base de datos JSTOR sigue en ella para que cualquiera siga aprovechándolos.

Como dice Dan Purcell, el abogado de Aaron, dos razones de sentido común.

La propiedad de las fachadas

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bonjour Tristesse -- Berlín -- Alvaro SizaLa reciente remodelación de un edificio del siglo XIX en la calle Campoamor de Madrid en la que el artista Babiloni ha pintado toda la fachada con un estilo semejante al grafiti plantea el debate sobre la propiedad de las fachadas. Diego Fullaondo lanza el debate en su artículo Arquitecturas de contraataque en soitu y lo compara con la polémica que envolvió a un edificio de Siza en Kreuzberg, donde alguien hizo una pintada xenófoba que permanece aunque el arquitecto puso todos los medios para eliminarla. ¿A quién pertenecen las fachadas? ¿Al arquitecto como autor, a los propietarios, a los ciudadanos?