Este post es parte de la serie Investigación colaborativa, divertida, barata, transmedia. Otras formas de entender la investigación, publicada a modo de cruce de posts entre el blog de Pablo Rey y el mío. Este trabajo se enmarca dentro de un estudio sobre Investigación en red coordinado por Mayo Fuster Morell parte de un proyecto más amplio sobre Juventud, Internet y Politica bajo la dirección de Joan Subirats en el marco del grupo IGOPnet.cc, con la colaboración de Montera34, para la Fundación Museo Reina Sofía sobre adolescencia y juventud.
La cantidad de datos disponible públicamente en internet es actualmente abrumadora. Administraciones y otras instituciones liberan las bases de datos que antes guardaban con celo, animadas por un nuevo espíritu de transparencia. Medios de comunicación y universidades digitalizan sus hemerotecas, bibliotecas y archivos para conseguir visibilidad. Millones de archivos personales son alimentados a diario gracias a la democratización de las herramientas de producción de contenido. La disponibilidad de estos datos ha hecho proliferar herramientas para ordenarlos, analizarlos, filtrarlos y remezclarlos.
En torno a un puñado de datos y a unas cuantas herramientas para tratarlos se juntan comunidades o redes de personas interesadas en sacarles partido, constituyendo espacios de investigación colectiva. Nada nuevo, el grupo de investigación de una universidad es eso, el departamento de I+D de una empresa es eso. Lo que sí es novedoso es una capacidad generalizada de la ciudadanía para poner en marcha estos espacios de experimentación de manera autónoma, en una especie de Do It Yourself o Do It With Others de la investigación.
Todos los proyectos que ha contado Pablo previamente, en la entrega anterior, Liveblogging, cómo documentar en directo son espacios de experimentación. Leyendo su texto, se percibe el MIT como un entorno más que propicio para estos espacios ciudadanos de investigación colectiva. A pesar de que el MIT es claramente un hub para estas iniciativas, una vez están en marcha, funcionan autónomamente, sin depender de la institución. Es significativo, por ejemplo, que las webs de los proyectos no estén alojadas en los servidores del MIT. Leyendo el texto de Pablo se percibe además la agilidad con la que se forman, debido al dominio de las herramientas y las dinámicas necesarias que tienen las personas implicadas. Como en el caso de OccupyTweets —que contará Pablo en la próxima entrega— hay veces que de la idea inicial a la formalización del proyecto solo hay dos días.
En Madrid, el entorno en el que me he movido estos últimos años —y creo que en el resto del Estado español ocurre igual—, esta cultura de la investigación colectiva no está tan rodada. Esto no significa que no exista, pero sí que implica que el sujeto investigado cambia. En Boston un grupo de hackers se junta para idear y programar aplicaciones que ayuden a las víctimas del huracán Sandy. En Madrid, se juntan para habilitar un espacio para poder investigar: el sujeto investigado es el propio espacio de experimentación.
Durante los últimos años he trabajado con especial intensidad en dos de estos espacios de experimentación. Por un lado Obsoletos, un proyecto colectivo de investigación, creación y difusión de sistemas creativos de transformación de residuos tecnológicos; por otro lado voragine.net, mi blog personal, en el que recopilo recetas de programación y escribo sobre autonomía digital y tecnológica.
Para estos proyectos es fundamental la infraestructura digital que los sostiene, un blog en ambos casos. Leer, escribir y comentar en obsoletos.org y en voragine.net ha sido un proceso de investigación en toda regla, quizás el más productivo que he experimentado. En estos espacios hemos reflexionado, aprendido y compartido conocimiento sobre los temas que tratábamos, pero también hemos experimentado las capacidades de una investigación en construcción permanente, flexible, distendida y colectiva.
Obsoletos: información atrapada en el pasado
Obsoletos comenzó siendo un punto de encuentro de unos cuantos amigos apasionados por el hacking y Do It Yourself para estudiar los sistemas tecnológicos que utilizábamos cotidianamente y así comprenderlos y ser capaces de modificarlos según nuestros intereses. A través de nuestro blog íbamos recopilando experiencias, iniciativas y reflexiones que encontrábamos sobre el tema, y documentando los nuestros. La mayor parte del tiempo trabajábamos asíncronamente y en lugares diferentes, cada uno desde su casa. Así que el blog se convirtió en nuestro espacio de reunión, el lugar donde poníamos en común lo que cada uno iba descubriendo, y los hackeos que realizábamos. En unos meses, nuestro espacio de reunión digital empezó a ser frecuentado por otros interesados que empezaron a participar activamente en los hilos de comentarios. Conforme iban aumentando los contenidos del blog, la comunidad también crecía, y su actividad ya no se limitaba al debate en los hilos de comentarios: para nuestros hackeos solíamos usar material recuperado, así que muchos lectores del blog nos empezaron a contactar para cedernos antiguos ordenadores y otros aparatos que no tiraban por cariño, y que veían en los proyectos de Obsoletos la posibilidad de darles una segunda, a veces tercera o cuarta, vida.
Durante la primavera de 2010, bajo el patrocinio de Laboral Centro de Arte, empezamos a trabajar en un prototipo para rescatar información atrapada en formatos obsoletos: una máquina construida con material reutilizado y que funcionase usando software libre, a la que cualquiera pudiera acudir[1] a salvar de la obsolescencia viejas cintas o diapositivas y llevarse los contenidos en un pendrive. Evidentemente, cuantos más tipos de lectores tuviera la máquina más gente podría rescatar su información. El proyecto no contaba con mucho presupuesto, así que tiramos de conocidos para conseguir los lectores. Conseguir un vídeo VHS, un cassette y un tocadiscos fue tarea fácil. Con algo más de dificultad encontramos un vídeo Beta. Nuestro entorno no dio más de sí. Sin embargo gracias a las contribuciones de la comunidad del blog, la máquina se completó con un lector de Laser Disc y un reproductor de super8, poco comunes y que sin su ayuda nunca habríamos encontrado. El nombre de la máquina también fue idea de algún miembro de la comunidad: la llamamos RUFO, Recuperador Universal de Formatos Obsoletos.
Junto a la investigación a través del hackeo, la divulgación de lo aprendido es el objetivo principal de Obsoletos. El mecanismo que más usamos para compartir lo aprendido son los talleres, que son el complemento presencial del blog. En ellos hemos compartido lo que descubríamos en el blog junto al resto de la comunidad. En muchas ocasiones han sido también espacios de «desvirtualización» que nos han permitido conocer en persona a gente con la que llevábamos largo tiempo en contacto por el blog. De la misma manera que el blog nos ha servido para conseguir material para nuestros hacks, los talleres se convertían en espacios donde temporalmente la gente podía llevar el material informático que ya no utilizaban. Una vez allí, este material se utilizaba para experimentar en el taller o directamente cambiaba de dueño.
Bibliografía
Fernández Ferreiro, Francisco (2007) «¿Qué es hackear?» Artículo en el Blog de Obsoletos (consultado el 3 de septiembre de 2013): http://obsoletos.org/2008/05/%C2%BFque-es-hackear/
Notas
[1] El prototipo, al que unos llamaron TUFO (Transformador Universal de Formatos Obsoletos) y otros RUFO (Recuperador Universal de Formatos Obsoletos), pasó sus primeros meses de vida expuesto en Laboral Centro de Arte, en Gijón.
Este post es la respuesta al publicado por Pablo Rey en su blog el 4 de febrero de 2014: Liveblogging, cómo documentar en directo. La próxima entrega de la serie se publicará en numeroteca.org el martes 11 de febrero de 2014.
Entregas anteriores de la serie:
- Investigar (es ir) haciendo y compartiendo: Demo or die, en numeroteca.org.
- Investigar sin darse cuenta: #meetcommons, acción y documentación colectiva, en voragine.net.
- Investigar (es ir) haciendo y compartiendo: Public Lab y PageOneX, en numeroteca.org.
- Investigar sin darse cuenta: archivos personales, en voragine.net.
- Liveblogging, cómo documentar en directo, en numeroteca.org.
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