Autonomía digital y tecnológica

Código e ideas para una internet distribuida

Investigación colaborativa, divertida, barata, transmedia. Otras formas de entender la investigación

Imago voragine.net
[actualizado el ]

Os presentamos el texto «Investigación colaborativa, divertida, barata, transmedia. Otras formas de entender la investigación», que hemos escrito a cuatro manos, Pablo Rey Mazón y yo. Este trabajo se enmarca dentro de un estudio sobre  Investigación en red coordinado por Mayo Fuster Morell parte de un proyecto más amplio sobre Juventud, Internet y Política bajo la dirección de Joan Subirats en el marco del grupo IGOPnet.cc, con la colaboración de Montera34, para la Fundación Museo Reina Sofía sobre adolescencia y juventud.

El texto completo está disponible para su descarga en PDF: Investigación colaborativa, divertida, barata, transmedia. Otras formas de entender la investigación (PDF, 2MB).

Entregas de la serie

  1. Investigar (es ir) haciendo y compartiendo: Demo or die, en numeroteca.org.
  2. Investigar sin darse cuenta: #meetcommons, acción y documentación colectiva, en voragine.net.
  3. Investigar (es ir) haciendo y compartiendo: Public Lab y PageOneX, en numeroteca.org.
  4. Investigar sin darse cuenta: archivos personales, en voragine.net.
  5. Liveblogging, cómo documentar en directo, en numeroteca.org.
  6. Espacios autónomos de experimentación e investigación, en voragine.net.
  7. Investigación Sprint vs. Investigación de largo recorrido, en numeroteca.org
  8. Snippets: un gran repositorio de código distribuido, en voragine.net.

En el texto reflexionamos en voz alta sobre las diferentes prácticas-métodos de investigación y de difusión de la investigación que hemos estado practicando y aprendiendo estos últimos tiempos: por parte de Pablo desde Boston a su paso por el Center for Civic Media en el MIT, y por mi parte desde Madrid. Intentamos explicar modelos alternativos al modelo estándar de investigación de la academia, y que habitualmente se apoyan en las nuevas tecnologías de información.

Este informe, una investigación en sí misma, quiere ser un análisis sobre diferentes proyectos que muestran cómo es posible llevar a cabo una investigación relevante, y seria y divertida, por caminos alternativos a los estándares de la academia apoyados por las «nuevas» tecnologías de la información.

El texto original tiene más de 40 páginas y consta de cuatro partes; la primera y la tercera están escritas por Pablo, y la segunda y la cuarta por mí. La quinta es un breve resumen y conclusión. Hemos pensado que una manera más digerible de presentarlo en la web es en fragmentos más cortos.

Inicialmente pensamos el texto como un dialogo entre nosotros, contándonos las experiencias vividas y las lecciones aprendidas, en Boston y en Madrid. Quizás dentro del informe se ha difuminado esa manera de narrar. Ahora la recuperamos: durante las próximas cuatro semanas publicaremos una serie de posts concatenados en numeroteca.org y voragine.net, a modo de diálogo: a partir de mañana, los martes Pablo hablará en numeroteca.org, los jueves yo responderé desde voragine.net.

7 comentarios

  1. Hola cuatro manos.
    Quizá sea un comentario intempestivo, pero allá voy…
    Me parece muy interesante este tema. Tiene mucho que ver esas conversaciones que nos han llevado a presentar la propuesta para el IV Encuentro de la Red de Estudios de la Ciencia y la Tecnología organizado por Red esCTS en Salamanca, o con el intento de ColaBoraBora de ser reconocidas como un agente investigador legítimo de la Red Vasca de Ciencia, Tecnología e Innovación. Tiene mucho que ver con la frustración que genera saberte siempre fuera de juego, saber que la academia se regenera, diseccionándonos como a ranas, como a ratas, que es lo que realmente somos. Porque el sistema convencional (y no hablo de los investigadores en sí, sino de una lógica que atraviesa todo ese sistema) habla de colaboración, de multidisciplinaridad, de pisar la calle; pero desde la lógica de la academia, el mantenimiento de las castas y sus varemos para doctorados y catedráticos, artículos, patentes y txikipuntos para el carnet de investigador. Porque eso es lo único que sigue contando -al menos si quieres optar a recursos para investigar de esa forma que llaman excelente-, que seas academia. Sangre joven para mantener viva a esa Condesa Bathory.
    Y es que, estamos taaaan lejos de lo que podría ser una situación donde otras formas de entender la investigación sean posibles. Entendiendo posible no como algo que sucede, sino que sucede dentro de unas condiciones de posibilidad-sostenibilidad determinadas, entendiendo también posibilidad como reconocimiento, respeto y reciprocidad.
    Porque si, yo también me pregunto sobre ¿cómo es posible llevar a cabo de forma sostenible una investigación relevante por caminos alternativos a los estándares de la academia? ¿cómo es posible hacerlo sin verse forzado a integrarse y diluirse en la academia; sin someterse a sus inercias, rutinas, prerrequisitos, trampas administrativas normativizadoras; sin ser instrumentalizadas como simple cobaya circunstancial?… Lo intentamos y no hayamos solución, nos topamos contra un muro, frente al que una vez más surgen alternativas ¿buscar las fisuras, mimetizarse, tratar de escalarlo, be water my friend o dinamita?
    Porque la academia mira con curiosidad hacia casos como meetcommons, copylove, hondartzan (por citar tres cosas que me pillan muy de cerca); comunidades de prácticas con métodos de investigación y de difusión colaborativos, divertidos, baratos, transmedia… pero también insostenibles, precarios, desequilibrados en cuanto al flujo de capitales, que generan altas dosis de impotencia y desesperación por ser incapaces de encontrar ese cómo. No nos olvidemos de la Cara B, no la ocultemos tras el eufemismo de la militancia, porque no nos estamos haciendo un favor ni a nosotras mismas ni a la militancia.
    Estamos muy muy cansadas de resultar graciosas, de que se confunda lo colaborativo y el procomún con lo barato (cuando no con lo gratis). Más que hartas de ser carne de grupo de investigación, tesis doctoral, informe experto o artículo científico.
    O construimos entre todas otras formas de redistribución de capitales, de reciprocidad y reconocimiento en la constitución del corpus investigador… O esto no sólo no es divertido, sino que cuidado, no tiene ni puta gracia.

  2. Hola Richi, gracias por las reflexiones, dan mucho que pensar.

    Estamos lejos de esa manera de investigar colaborativa, multidisciplinar y no regida por las reglas curriculares tradicionales, lejos en el sentido de que sea la norma y no la excepción, o de que al menos conviva en igualdad de condiciones, que por otro lado, no son las mejores ni para los modos tradicionales.

    Pero, soy optimista, avanzamos. Como en otros sectores, cada vez hay más prácticas alternativas, otros caminos posibles y sostenibles, que esbozan modelos en los que no es necesaria toda la parafernalia académica, se sostienen económicamente e integran valores de reciprocidad, respeto y reconocimiento. Sin pensarlo mucho se me ocurren tres ejemplos:

    • catorce.cc. Interesante porque intenta introducir en la educación formal, en sus etapas obligatorias (lo que le da más alcance), saberes y modos de hacer que tradicionalmente le han sido ajenos como la ética hacker o la cultura colaborativa. En cuanto a su financiación, como sabes, opta por el crowdfunding, concretamente Goteo, y ha conseguido más de 4.000€.
    • 15muebles. Interesante porque es una iniciativa conjunta de miembros de la academia (Alberto Corsin y Adolfo Estalella) y alguna de esas ranas o ratas de las que hablas: Basurama, Zuloark, Domenico Di Siena. Alberto además representa una de las instituciones académicas por excelencia, el CSIC. 15muebles está explorando el sistema de badgets de la Fundación Mozilla, intentando evitar eso tan académico que es el monopolio de la certificación de saberes. Hasta donde yo sé, la Fundación Museo Reina Sofia financia.
    • Arduino. De sobra conocido, y a otro nivel, pero pocos proyectos introducen en la investigación valores como lo abierto, lo colaborativo y el reconocimiento a los miembros de su comunidad con un modelo económico rentable.

    En definitiva son prácticas, como las que hemos recogido en el texto, que reconocen investigación fuera del hermético mundo académico, que se desarrollan bajo otras reglas de juego.

Dejar un comentario

*
*