Autonomía digital y tecnológica

Código e ideas para una internet distribuida

Linkoteca. gentrificación


Comenzamos a buscar rastros humanos en las ventanas nocturnas cuando vivíamos en Miami, donde rascacielos enteros se mantenían casi vacíos durante gran parte del año. Cuanto más lujoso era el edificio, más grande y oscura era la mancha que recortaba sobre el mar nocturno. Imaginábamos a sus dueños, fondos de inversión incorpóreos, o ultrarricos internacionales, calculando que no les merecía la pena alquilar esos apartamentos, abriéndolos solo durante la feria de arte Art Basel para volar después a otra propiedad similar en Nueva York, París o Londres. Ese Miami era una ciudad rica, y muerta. En comparación, Madrid nos parecía la ciudad más viva y divertida del mundo. Pero ahora, años después de nuestra vuelta, algunos barrios de Madrid, y de Barcelona, y de Málaga, y de muchos otros lugares, también están muertos.

Existe una teoría de la conspiración, inventada en un foro más oscuro que los intereses de las grandes fortunas, que dice que internet murió en 2016. Mitad en serio, mitad en broma, en parte locura, en parte verdad, la teoría del internet muerto defiende que los gobiernos y las grandes corporaciones mantienen a la población bajo control gracias a una red de robots e IAs que simulan interaccionar entre sí, pero que son una fachada. Distraídos, dicen sus inventores, no nos damos cuenta de que X está lleno de bots, en YouTube el tráfico falso es una plaga, Google no llega a las profundidades del internet real, en Facebook y LinkedIn se promueve el contenido generado con IA, la mitad del tráfico web está generado por automatismos, los enlaces están rotos, la web se llena de páginas de calidad pésima creadas por inteligencias generativas. Los humanos, según esta teoría, estamos encerrados en las grandes redes y solo nos relacionamos a través de sus algoritmos. Este Madrid muerto es como el internet muerto, un espejismo sin interacción humana…

Madlyn, que no ha respondido a este diario, dispone un alquiler adaptado al perfil de los nuevos inquilinos: pagando un poco más al mes, la inmobiliaria oferta limpieza de las casas, cambio de sábanas, cuidado de plantas, paseo de perros… Todos ellos servicios ideados para un nuevo vecino, de entre 30 y 40 años, que aterriza desde otras zonas en busca de ubicación y una sensación de autenticidad edulcorada.

A diferencia de Malasaña o Lavapiés, totalmente transformados en parques temáticos para ‘millennials’, en Puerta del Ángel el proceso gentrificador acaba de empezar y avanza calle a calle, como la lava de un volcán. El viejo y el nuevo barrio conviven a pocos pasos; así, mientras unos degustan cervezas artesanas al sol de la plaza, a tres portales de distancia todavía hay vecinos que se acercan a la esquina donde unos colombianos abatieron a tiros al ‘Niño Sáez’, vecino del barrio y uno de los mayores butroneros de la historia de España, para dejarle flores frescas. Alguien escribió «Sáez eterno» en la pared y el ayuntamiento lo cubrió inmediatamente. Aún puede leerse con un determinado tipo de luz.