Autonomía digital y tecnológica

Código e ideas para una internet distribuida

Linkoteca. Enrique Dans


el pensamiento crítico es algo que los ciudadanos deben desarrollar individualmente, mediante una educación adecuada, la difusión de prácticas y herramientas que permitan verificar la información, y el desarrollo de hábitos saludables a la hora de informarse que defiendan la necesidad de la pluralidad de fuentes. Sustituir los libros de texto en las escuelas por procesos individuales de búsqueda y cualificación de información, desarrollar habilidades en ese sentido a lo largo de todo el curriculum educativo, y no pretender nunca que la verdad está en una sola fuente son formas de adaptarse a un entorno que, sin duda, está aquí para quedarse, y que requiere el desarrollo de nuevas habilidades.

Por contra, tratar de hacer que los ciudadanos subcontraten su pensamiento crítico a los criterios de un tercero, sea su gobierno, una plataforma social o cualquier otro organismo, es una forma de dar la batalla por perdida antes de iniciarla

Las sociedades humanas no están maduras para asimilar una tecnología como la IA generativa en el contexto de las relaciones personales, simplemente porque no hemos pasado por una etapa de educación que permita a las personas entender de verdad con qué están conversando. Por lo general, el ser humano tiende a otorgar una cierta «autoridad» al algoritmo, le adscribe una supuesta capacidad de consulta y síntesis de información prácticamente ilimitada, y tiende a prácticamente subcontratar su pensamiento crítico a las respuestas a las que accede a través de medios tecnológicos. El desconocimiento de la tecnología, como bien decía Arthur C. Clarke, hace que se convierta en indistinguible de la magia. Y algo así, sin duda, puede tener efectos enormemente nocivos en las sociedades humanas: desde trastornos de percepción de la realidad hasta auténticas alienaciones y problemas psicológicos.

Conseguir que un seguidor evolucione y se decida a pagar por unos contenidos consiste, fundamentalmente, en dos aspectos: el primero, que perciba un valor suficiente en el contenido como para querer seguir accediendo a él cuando se sitúe tras un muro de pago, en lugar de preferir simplemente intentar encontrar contenidos similares en otro sitio.

…la idea de Twitter es diversificar sus ingresos para reducir la fuerte dependencia actual de la publicidad (más de un 85% de sus ingresos) y disponer de un grupo de usuarios que valoran la aplicación lo suficiente como para pagar por ella con los que ensayar nuevas funciones, etc. Como en casos similares, nos equivocaremos si intentamos interpretar Twitter Blue como un lanzamiento «para todo el mundo»: como buen servicio premium, está pensado específicamente para aquellos usuarios que utilizan Twitter mucho…

La deriva hacia servicios de suscripción en internet es cada vez más clara: la publicidad, que alimentó muchísimos servicios en la red desde sus orígenes, es cada vez más vista como algo molesto, incómodo, incluso persecutorio o agobiante y que genera cada vez mayor rechazo, hasta el punto de que muchos usuarios la intentan bloquear mediante distintos tipos de soluciones. Cada vez son más los servicios que se plantean ofrecer a sus usuarios la posibilidad de disfrutar de las prestaciones que ofrecen, pero a cambio de un modelo de suscripción. Algunos emprendedores opinan directamente que la lógica debería ser que aquellos que quieren disfrutar de un producto paguen por él de alguna manera, y que la publicidad en muchas de sus interpretaciones es, como tal, un modelo fallido.

Además del servicio de suscripción, la compañía ha lanzado recientemente un servicio que permite a los usuarios recibir donaciones por sus tweets, y está trabajando en los llamados super follows que permiten a un usuario ofrecer suscripciones a sus seguidores.