El bloguero iraní Hossein Derakhshan pasó seis años en la cárcel en Irán, desde 2008 a 2014. Cuando salió de prisión y se conectó a internet pudo ver lo mucho que todo había cambiado. Lo cuenta en su famoso texto The web we have to save (versión en español: La web que tenemos que salvar).
En el texto habla de cómo el hipervínculo, el enlace, ha perdido importancia en esos seis años. Luego analiza cómo el formato timeline o stream se ha extendido, casi monopolizando la manera de consumir la web. Estos dos cambios formales, concluye, perjudican la diversidad en la web, favorecen la centralización de la información y modifican dramáticamente la dinámica del poder en la web.
La primera parte, la dedicada al enlace, me parece emocionante. Hossein sostiene que el hipervínculo es poder. Toda web tiene un cierto capital que viene de la gente que la lee. Los enlaces permiten transferir parte de ese capital a otras webs. Nada nuevo, esta idea es la que estaba detrás del primer Google y su Pagerank: cuantos más enlaces apuntan a una web, más importante es y más visibilidad tiene en los resultados de búsqueda de Google. Así funcionan los blogs, conformando una red distribuida de webs que se fortalece con cada enlace.
Cuando Hossein sale de la cárcel encuentra que la internet de los blogs se ha convertido en la internet de las redes sociales en la que al enlace se le trata de la misma forma que a una imagen o un vídeo, como un objeto, y no como un conector entre objetos. Una internet donde el enlace ha perdido su poder. Habla de dos casos. Por un lado, las redes sociales como Facebook que favorecen el contenido que sus usuarios suben a sus propios perfiles, en detrimento del que se enlaza hacia el exterior. Por otro lado, habla de redes sociales ciegas como Instagram; «webs que no miran a otras webs» dice, que no permiten utilizar enlaces. En ambos casos la intención es la misma: mantener al usuario navegando dentro de la red social, sin salir al exterior.
Hossein lo cuenta así:
Pero los hipervínculos no son sólo el esqueleto de la red: son sus ojos, una ruta a su alma. Y una página web ciega, una sin hipervínculos, no puede mirar o contemplar otra página web — y esto tiene graves consecuencias para la dinámica del poder en la web.
Pero las apps como Instagram son ciegas — o casi ciegas — . Su mirada no va a ninguna parte, excepto hacia dentro, reacia a transferir ninguno de sus vastos poderes a otros, llevándolos a muertes silenciosas. La consecuencia es que las páginas web fuera de los medios sociales están muriendo.
2 comentarios
Me parece muy potente la metáfora de las «webs ciegas». Otra forma de pensar los jardines cercados.