De ‘hasta siempre’, nada: hasta ahora, Iglesias
Más allá de la pérdida cualitativa y la mencionada acumulación de funciones, en este tipo de burbujas dirigentes aparece otro conocido fenómeno limitante, el llamado Síndrome de Hibris, la enfermedad por antonomasia del poder. Un mal que afecta siempre a los liderazgos fuertes y un poco aislados.
…allí donde todos te dan la razón para ganarse tu favor, para salvaguardar su posición, temerosos de que sostener una discrepancia acabe por defenestrarlos, se pierde perspectiva a marchas forzadas. Se disipa la riqueza dialéctica, se evalúa peor la realidad exterior, se estrecha el horizonte visible.
Parece inevitable que este mal pase factura a toda dirección de partido no obligada a la confrontación de marcos teóricos, por más que ponga el foco en la articulación de lo diverso en vez de en la unificación, si al final lo hace desde equipos cerrados, homogéneos, e impermeables, o desde paradigmas excesivamente depurados.