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Martín Domínguez Esteban ha sido un arquitecto fantasma. Dos veces exiliado, su nombre fue borrado por el franquismo y el castrismo, y su obra adjudicada a otros autores.

Durante décadas, el hipódromo, proyectado en 1934, se adjudicó oficialmente al ingeniero Eduardo Torroja. Los otros coautores, Martín Domínguez y Carlos Arniches, fueron borrados de la memoria. El edificio Focsa aparece asignado al arquitecto Ernesto Gómez Sampera. Martín Domínguez es ignorado en las guías de arquitectura cubana, incluso en la que editó en 1998 la Junta de Andalucía con las autoridades de La Habana.