Ciberseguridad: la llave está bajo la alfombra
está la aproximación íntima y personal a la gestión de las claves, en contraposición a la aproximación colectiva o comunal. He visto a varios colectivos compartir la contraseña de una cuenta de correo electrónico, Facebook, o Twitter, que son del colectivo y se gestionan de forma grupal. Obviamente no es la mejor forma de gestionar y resguardar la información de nuestro colectivo, pero es valioso recordar que en grupos militantes de gran parte del sur global seguramente lo «privado» se entiende de forma diferente que en el norte, y las más de las veces cruza lo personal y llega a lo colectivo.
Si hablamos de cuentas de correo electrónico es fácil decir: pues hay que usar una lista de correos en vez. Pero se complica si hablamos de plataformas como Twitter que no están diseñadas para las colectividades, al contrario, fomentan el individualismo y el «leadership» informativo.
Otro punto interesante es que tenemos que plantearnos radicalmente cómo es que hacemos las capacitaciones. No se trata de enseñar herramientas, asumiendo demasiado rápido dónde están los problemas. Varios procesos de aprendizaje tienden a fracasar porque son como la misa cristiana: todas hacemos reconocimiento de culpa y en la euforia del momento prometemos mejorar, y luego hacemos unas claves GPG larguísimas y super buenas pero que acaban inservibles porque a los tres meses de no usarlas nos las olvidamos
Es como lo de la mooncup: no porque nos digan que es lo mejor tiene necesariamente que resultarnos fácil, ni cómodo.
Por ahora, esa idea: afirmar nuestro derecho a la intimidad, también en la red. Y de poner una llave del tamaño que queramos, aunque luego, en casa, la pongamos bajo la alfombra porque así nos viene en gana.