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«Siempre fui de la oposición. En mi época de estudiante se llevaba la asepsia de Mies van der Rohe (de edificios mínimos, sencillos) y a mí me llamaban barroco», contaba Higueras. «En contra de lo que decía Mies – ‘menos es más’ – a mí siempre me parecía que menos era menos y más, más».

A partir de 1980, Higueras tuvo un parón constructivo, sin apenas encargos y corrió el rumor de que había abandonado la profesión para dedicarse a la pornografía en su cueva particular. Como él mismo reconocería en una entrevista en El Mundo, «en este sótano grabé 2.717 películas. ¡Joder! Mira que me lo he pasado bien en la vida. Traía gente, follábamos y hablábamos ante la cámara. Tenía un zoom buenísimo». En esa misma entrevista afirmó que entre los 50 y los 65 años tomó cocaína a diario. «La pena es que me dejó de hacer efecto. Yo nunca la dejé a ella».

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