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La razón de esto la explicaron hace un tiempo en medios como el New York Times o Science Alert. Una ley estadounidense llamada ‘Americans With Disabilities Act’ y aprobada en 1990 que buscaba proteger a las personas con discapacidades físicas de situaciones como la de no poder entrar en un ascensor a tiempo antes del cierre de puertas. De repente, por ley, ya no se podían cerrar las puertas voluntariamente si ello implicaba cerrar el paso a alguien que usase una silla de ruedas o unas muletas.

Sin embargo, al mismo tiempo, quedó patente que botones como el de cerrar las puertas de un ascensor dan cierta sensación de control de una situación aunque a nivel efectivo no hagan nada. Esa sensación de control reduce el estrés y la ansiedad, según la profesora Ellen J. Langer de la Universidad de Harvard.

Así que a partir de 1990, todos los ascensores empezaron a fabricarse con botones de cerrar puertas que no hacían nada.

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