Cuando hablo de “innovación pública” se me ocurre subdividirla en dos grandes ámbitos, que hay que diferenciar bien: 1) Servicios a la ciudadanía: Creación y mejora de políticas, productos y servicios de impacto directo en la ciudadanía, 2) Procesos internos: Mejora de procesos y políticas de gestión internas dentro de la administración. Partiendo de esta primera taxonomía más genérica, quiero proponer una forma de clasificar las innovaciones públicas en 6 tipos. Cualquier entidad del sector público debe cuidar y fomentar innovaciones en las seis categorías que voy a describir, buscando una adecuada diversidad entre esas formas de innovar:
1.) De servicios (servicios): Creación o mejora de servicios públicos. Se crea o mejora el “producto” final que recibe y percibe la ciudadanía.
2.) De procesos (flujos): Cambios en los flujos de los procesos que transforman el modo en que se trabaja internamente.
3.) De cultura y gestión del personal público (personas): Cambios en las políticas de gestión de las personas que trabajan dentro de la Administración para mejorar su actitud y aptitud.
4.) Organizativa (estructuras): Modificaciones en los organigramas, las estructuras organizativas y los modelos de liderazgo.
5.) De marco administrativo interno (normas): Modificaciones en el marco regulatorio administrativo interno para simplificar procesos y liberar la creatividad en el funcionariado.
6.) De políticas públicas (legislación): Cambios en la producción legislativa y en el diseño de políticas públicas.